En alguna ocasión
he comentado mis intervenciones en un programa radiofónico y en el consultorio
de un periódico. Son dos actividades semanales que realizo con verdadero gusto y
sé que llego así a muchas personas. No son temas de Protocolo aunque, como
apreciarán a continuación, todos ellos están muy cercanos a nuestra disciplina.
Una vez, una oyente
me sorprendió con su pregunta. Sonreí al escucharla. Decía si había diferencia entre una bandeja y una
fuente. Me parece que hemos podido comprobar la existencia de una confusión con
esos dos términos. Muchos piensan que significan
lo mismo. Sin embargo no es así.
Fuente y bandeja.
La primera se usa para servir los alimentos. En cambio, en la bandeja se
presentan o depositan cosas. Por eso entre entendidos no habrá equívoco y
distinguirán también la jícara de la jácara. Sobre la bandeja se pone una fuente
pero la fuente no es para los platos, la cubertería y las copas.
Otra oyente quiso
saber por qué se emplean las flores de azahar en las bodas. La respuesta viene
enseguida si se tiene en cuenta la división entre plantas de hoja perenne y
hoja caduca. Los azahares simbolizan la perdurabilidad del amor y tienen un
origen noble en el cidro, el limonero y el naranjo.
El periódico posee un consultorio y hasta allí llegó una consulta. Una
lectora deseaba conocer si es correcto decir que el presentador de un programa
televisivo estaba vestido de gala. A mi parecer no es incorrecto aunque
preferiría expresar que el presentador iba vestido de etiqueta para una gala. Es mi
opinión personal y parecería concordar
con todo lo cercano a la vestimenta. “Señores,
traje de etiqueta”, rezan algunas invitaciones y confunden a los invitados.
También he leído: “Señores: traje de
chaqueta”. Me pongo la ropa de acuerdo a la indicación de los anfitriones y
consulto en la duda.
Una inquietud
simpática la presentó un empresario. Escribió porque estaba un poco
desconcertado. Fue invitado a comer y no se había servido vino. Llegó a mi
cabeza la hablilla de “conversar sin vino
es un gran desatino y a nadie le hace mal el vino si se bebe con tino”. Vivimos tiempos en los
cuales no se pueden imponer cosas. Por eso en muchos sitios se colocan las
copas para los vinos y antes de
servirlos se pregunta al comensal si va a beberlos. Habrá personas que por
motivos religiosos o de salud lo evitarán y se limitarán a agradecer el gesto. Sabido
es que en Protocolo las disculpas son breves y no es preciso dar razones.
Al programa de
radio llegó la inquietud de una muchacha
próxima a casarse. Había asistido a una
boda y vio una novedosa manera de partir la tarta. Antes de hacerlo, la
desposada había tomado un recipiente grande de cristal con pétalos de rosas
junto a numerosas cintas de color blanco. Las amigas de la novia quitaron de
inmediato las cintas y en todas había un anillo. Un poco desconcertada, la
chica deseaba poner un solo anillo y otros objetos pequeños. Preguntaba si quedaría bien seguir con la
costumbre o utilizar la vista.
No siempre es fácil
dar una respuesta rápida que colme los deseos de una oyente. Me limité a
sugerirle que conversara ese tema con algunas amigas. Con toda seguridad habrán
tomado el mejor camino y una sola tendrá
el preciado anillo. Cábala o no, pero dicen que se casará pronto.
La radio y el
periódico dan ocasión para despertar inquietudes. No se trata de cosas de
viento porque oyentes y lectores no consultan inútilmente. El periodismo
escrito y la radio son dos medios
estupendos de comunicación y las personas que preguntan merecen todo respeto.
Hay quienes lo hacen sobre decisiones tomadas anteriormente. Pongo siempre la
confianza de por medio aunque sé que algunos no creerán aunque
se lo digan frailes descalzos.
La televisión da
más posibilidades didácticas. En la radio y sin hablar de bóveda, es preciso
explicar más. Un oyente, por ejemplo, preguntó cómo disponía tres banderas en
el balcón de su piso. Eran la nacional, la de la provincia y la de Perú. Tomé
al vuelo la inquietud y dije que él veía tres banderas pero eran dos. La nacional y la extrajera eran
símbolos de Estados soberanos e independientes. En cambio, la provincial debía
ponerse junto a la nacional. Eran entonces dos banderas y no tres. El señor de
la pregunta no se quedó muy conforme e
insistió. “Pero si coloco la bandera nacional, la provincial y la de la ciudad
y junto a ellas la del Perú, ¿cómo es el orden?” Respondí quedamente: “Usted
tiene dos banderas y no cuatro”. Un tema opinable pero no discutible.
Evidentemente es un tema propio del Protocolo.
Cuando respondo a
lectores y oyentes aclaro si se trata de un tema de Protocolo o de saber estar.
No es cuestión de necear sino de compartir inquietudes. Lejos de mí está el
amañar o extraer de mi garniel respuestas preparadas de antemano. De nada
servirían a quienes amablemente escriben
al periódico o llaman a la radio.
Roberto Sebastián
Cava