jueves, 17 de marzo de 2016

Una charla entre amigos



He pasado una temporada en un campo y allí con la quietud,  he tenido ocasión de volver a las fuentes en el sentido amplio de la expresión. Así, en una tarde estuvimos reunidos en un grupo de buenos amigos y mantuvimos una conversación muy amena y distendida.

Me detendré ahora a recordar las inquietudes de quienes participaron en un rato de “tertulia” porque no encuentro otra palabra más apropiada que la de nuestro idioma. Recordaré algunas de las preguntas  que escuché y las compartiré con ustedes, buenos amigos de CAMBIO. Debo admitir que todos conocían mi dedicación al Protocolo, al Ceremonial y a las normas del saber estar.

En nuestra conversación hubo algunos temas un poco difíciles de responder brevemente. Lo sé bien aunque admito no encontrar tampoco explicación a por qué separado se escribe todo junto y todo junto se escribe separado. No son enojosos caprichos.

Uno de los contertulios me preguntó si se debe aguardar en un almuerzo hasta que todos se hayan servido un plato para comenzar a comer. Deseaba saber si existía alguna norma. Era evidente que era algo vinculado al saber estar y, en concreto, a una costumbre social. Existen respuestas muy diversas. Una cosa es una mesa con muchos comensales. Otra es la familiar y otra es aquella donde el sentido común hará que todos se comporten con cortesía. Por eso, aunque la costumbre indique una prudente espera, serán los anfitriones quienes señalen el ritmo en el comer. Más todavía. Hay una razón más valedera. Se espera hasta que todos se hayan servido. Así, el último que lo haya hecho no tendrá que apurarse para alcanzar a los demás.

Los comensales comparten momentos familiares, sociales o empresariales alrededor de una mesa. Nunca mejor ocasión para disfrutarlos. De todas maneras, el respeto estará presente especialmente hacia quienes tienen la misión de atendernos. Durante una comida no podemos permitirnos la libertad de hablar sobre nuestro último viaje a Europa mientras  dejamos los cubiertos en posición de descanso. Los demás existen y hasta los mismos dueños de casa aunque se esfuercen, no conseguirán que el almuerzo o la cena conserven con sus pasos.

Pero continuemos porque escuché otros aportes. Alguien apuntó que la espera para empezar a comer se debe a extrañas costumbres centenarias. Alguien hizo mención a cierto aspecto lúdico y sugirió que cada comensal hiciera lo que se le ocurra.

Surgió otra pregunta. Fue acerca del beso al anillo de Papa. Alguno sin pensarlo mucho expresó que era un acto de vasallaje o de sumisión.

Lo cierto es que el beso al anillo del Papa viene de muy lejos. Significa la unión de un fiel católico con el Santo Padre. Hace muy pocos  días pudimos apreciar por la televisión cómo un  actor cinematográfico lo saludó así al llegar y al despedirse.  Con palabras sencillas es decirle: “Yo creo que tú eres Pedro y por eso beso tu anillo”. Las normas vaticanas aceptan  todos los saludos imaginables especialmente cuando se trata de personas no católicas. Bueno es recordar que la genuflexión al saludar se hace con la rodilla izquierda. La derecha sólo para Dios. Entonces lo del vasallaje no cuenta.
 
Por otra parte, Juan XXIII, un Papa contemporáneo nuestro, dio un decreto acerca del beso a las alianzas de bodas. Allí se anima a los esposos a venerar piadosamente esos símbolos. ¿Alguien sintió sorpresa al observar  a un futbolista europeo que, en medio de un partido, llevó a sus labios el anillo matrimonial?  Es que las alianzas poseen una profunda significación.

Otro buen amigo preguntó acerca del empleo de los guantes por parte de las damas. Hay en este tema moda y, a veces un poco de vanidad. Una señora puede extender su mano enguantada para saludar pero, con sentido común se lo quitará al sentarse a la mesa respaldada por el simpático dicho de “gato con guante no caza ratones”.

Hablamos además acerca del significado de una “fiesta de gala”. Una persona puede vestirse de gala aunque opiné que una dama o un caballero van vestidos de etiqueta a una función de gala.  Por otra parte  leemos noticias   sobre una “gala de canciones” o una “gala gimnástica” o una “gala gastronómica”.  Gala es una celebración fuera de lo común de acuerdo al significado que el idioma inglés posee el sustantivo “gala”. 


Roberto Cava De Feo
Especialista en Protocolo y Ceremonial





lunes, 22 de febrero de 2016

Los organizadores de eventos y el Ceremonial



Mis estudios académicos de Protocolo y Ceremonial no aceptaban el término “evento”. Por eso me sorprendí, cuando observé que una institución muy seria ofrece la carrera de organizadores de eventos. Pronto advertí la interrelación necesaria entre quienes hacen eventos y los que estamos en el Ceremonial.


Evento era para mí un “acaecimiento”. Sin embargo el concepto actual en nuestro idioma español es mucho más amplio. Se trata de un suceso importante y programado, de índole social, artístico o deportivo. Su objeto es la vida misma.

El Ceremonial es una disciplina que tiene por finalidad facilitar la comunicación entre las personas reconociendo a ellas el lugar que ocupan en la sociedad. Así, los organizadores de eventos no pueden prescindir de nuestra disciplina. Ellos, ante un acto o ceremonia, deberán estudiar dónde se desarrollará, qué cantidad de invitados habrá y un sinnúmero de detalles que van desde la megafonía hasta la presentación correcta de las recepcionistas para una tarea imprescindible.

He participado en la confección de muchas ceremonias y sé que no hay dos iguales. Desecho la idea de la repetición, el “como siempre” y la falta de originalidad. En Ceremonial tenemos en cuenta el carácter de la ceremonia –sencilla o solemne-, la asistencia de autoridades, de invitados especiales y la ubicación del público. Hoy se cuenta con innumerables posibilidades para un evento y, con un poco de imaginación y sentido común es factible transformar una parte de la planta de una empresa en un espacioso salón.

El Ceremonial vendrá a colaborar con los organizadores de eventos. Si por ejemplo, se trata de un acto para celebrar un aniversario importante de un ente, somos nosotros quienes vamos a fijarnos en la posible ubicación de las banderas. Jamás pondremos el emblema comercial junto al pabellón nacional y ofreceremos las dos posibilidades de cesión de presidencia. Años atrás, la presencia del presidente de la República en una ceremonia académica fue objeto de una interpretación errónea. El Rector se ubicó en su sitial y puso a su derecha, al Presidente. También recuerdo que en el mismo ámbito, otro rector cedió su presidencia al ministro de Educación. Recordaremos siempre que una autoridad elegida por sufragio tendrá mayor precedencia que una designada. La presencia de un ministro nacional en un Departamento no hará cambiar de sitio al Intendente Municipal.

El Ceremonial no es caprichoso y aplicará las sabias normas nacionales e internacionales. Aunque pueda parecer correcto a los ojos del público, el miembro del directorio que sigue al presidente de una empresa no puede ser colocado como uno más en las filas de asientos. Aprendí, hace muchos años, que la justicia es la perenne voluntad de dar a cada suyo que no es lo mismo a dar a todos lo mismo. Eso me da mucha paz y sé que actúo bien.

Quizás los que estamos en Ceremonial podemos aportar nuestros conocimientos. En estos tiempos, cuando ya no existen los enfermos que se excusaban por no poder ir a una cena importante, tendremos que soplar a los organizadores alguna experiencia. Les diremos lo simpático que resultará si a una persona con régimen especial de comidas, le llega su plato igual al de los demás exteriormente  pero distinto en el contenido. ¿Cuesta más? Parecería que todo es cuestión de orden.


Los organizadores de eventos se desempeñan en todos los ámbitos. Si son conscientes de la trascendencia de su tarea, recurrirán al Ceremonial. Hace unos días asistí a la presentación de un seminario internacional. Cuando pasé al auditorio pude comprobar que todo estaba bien. Sin embargo, la mirada profesional se detuvo en las banderas. No entendí  la solución dada. En principio –eran en número par- estaban bien. Sin embargo la del Uruguay y la de Argentina estaban juntas. Pregunté y me dieron por respuesta: “Es que son países vecinos”. No es exactamente lo que nos dice la Convención de Viena de 1815. Los Estados libres e independientes son iguales sin importar su extensión geográfica, su población o su riqueza. Como las banderas estaban en número par había una solución para ello.

He tenido ocasión de conocer en el Universitario Crandon, la carrera de organizadores de eventos.  Allí, un grupo muy inteligente de estudiantes recibe una excelente formación. No pude expresar como Eliza en Pigmalion: “What´s this for?”, porque me había reconciliado con los organizadores. Pero para ser muy sincero, debo admitir que, en mi familia me reprochan el giro que ha tomado mi pensamiento. Lo compartirán pronto.


Roberto Cava De Feo
Especialista en Protocolo y Ceremonial