Mis estudios académicos de Protocolo y
Ceremonial no aceptaban el término “evento”.
Por eso me sorprendí, cuando observé que una institución muy seria ofrece la
carrera de organizadores de eventos. Pronto advertí la interrelación necesaria entre quienes hacen eventos y los que estamos
en el Ceremonial.
Evento era para mí un “acaecimiento”. Sin embargo el concepto
actual en nuestro idioma español es mucho más amplio. Se trata de un suceso
importante y programado, de índole social, artístico o deportivo. Su objeto es
la vida misma.
El Ceremonial es una disciplina que
tiene por finalidad facilitar la comunicación entre las personas reconociendo a
ellas el lugar que ocupan en la sociedad. Así, los organizadores de eventos no
pueden prescindir de nuestra disciplina. Ellos, ante un acto o ceremonia,
deberán estudiar dónde se desarrollará, qué cantidad de invitados habrá y un
sinnúmero de detalles que van desde la megafonía hasta la presentación correcta
de las recepcionistas para una tarea imprescindible.
He participado en la confección de
muchas ceremonias y sé que no hay dos iguales. Desecho la idea de la
repetición, el “como siempre” y la falta de originalidad. En Ceremonial tenemos
en cuenta el carácter de la ceremonia –sencilla o solemne-, la asistencia de
autoridades, de invitados especiales y la ubicación del público. Hoy se cuenta
con innumerables posibilidades para un evento y, con un poco de imaginación y
sentido común es factible transformar una parte de la planta de una empresa en
un espacioso salón.
El Ceremonial vendrá a colaborar con
los organizadores de eventos. Si por ejemplo, se trata de un acto para celebrar
un aniversario importante de un ente, somos nosotros quienes vamos a fijarnos
en la posible ubicación de las banderas. Jamás pondremos el emblema comercial
junto al pabellón nacional y ofreceremos las dos posibilidades de cesión de
presidencia. Años atrás, la presencia del presidente de la República en una
ceremonia académica fue objeto de una interpretación errónea. El Rector se
ubicó en su sitial y puso a su derecha, al Presidente. También recuerdo que en
el mismo ámbito, otro rector cedió su presidencia al ministro de Educación. Recordaremos
siempre que una autoridad elegida por sufragio tendrá mayor precedencia que una
designada. La presencia de un ministro nacional en un Departamento no hará
cambiar de sitio al Intendente Municipal.
El Ceremonial no es caprichoso y
aplicará las sabias normas nacionales e internacionales. Aunque pueda parecer correcto
a los ojos del público, el miembro del directorio que sigue al presidente de
una empresa no puede ser colocado como uno más en las filas de asientos.
Aprendí, hace muchos años, que la justicia es la perenne voluntad de dar a cada
suyo que no es lo mismo a dar a todos lo mismo. Eso me da mucha paz y sé que
actúo bien.
Quizás los que estamos en Ceremonial
podemos aportar nuestros conocimientos. En estos tiempos, cuando ya no existen
los enfermos que se excusaban por no poder ir a una cena importante, tendremos
que soplar a los organizadores alguna experiencia. Les diremos lo simpático que
resultará si a una persona con régimen especial de comidas, le llega su plato
igual al de los demás exteriormente pero
distinto en el contenido. ¿Cuesta más? Parecería que todo es cuestión de orden.
Los organizadores de eventos se
desempeñan en todos los ámbitos. Si son conscientes de la trascendencia de su
tarea, recurrirán al Ceremonial. Hace unos días asistí a la presentación de un
seminario internacional. Cuando pasé al auditorio pude comprobar que todo
estaba bien. Sin embargo, la mirada profesional se detuvo en las banderas. No
entendí la solución dada. En principio
–eran en número par- estaban bien. Sin embargo la del Uruguay y la de Argentina
estaban juntas. Pregunté y me dieron por respuesta: “Es que son países vecinos”. No es exactamente lo que nos dice la
Convención de Viena de 1815. Los Estados libres e independientes son iguales
sin importar su extensión geográfica, su población o su riqueza. Como las
banderas estaban en número par había una solución para ello.
He tenido ocasión de conocer en el Universitario
Crandon, la carrera de organizadores de eventos. Allí, un grupo muy inteligente de estudiantes
recibe una excelente formación. No pude expresar como Eliza en Pigmalion: “What´s this for?”, porque me había
reconciliado con los organizadores. Pero para ser muy sincero, debo admitir que, en mi familia me reprochan el giro que ha
tomado mi pensamiento. Lo compartirán pronto.
Roberto
Cava De Feo
Especialista en Protocolo y Ceremonial