Esta semana cuando finalicé un curso en una
empresa, mientras nos despedíamos, se acercó un participante para decirme lo
siguiente: “Te confieso que pensé que nos aconsejarías qué prendas deberíamos
tener en el armario. Me sorprendiste al hablar del “ropaje interior”.”
Es cierto que algunas personas sólo se quedan
con la primera impresión visual de un ocasional interlocutor. A veces no hay
tiempo para indagar o analizar la gran cantidad de información personal que la
vestimenta y complementos nos ofrecen. Sin embargo teniendo en cuenta el afuera
y prestando la debida atención a los elementos comunicacionales, podremos tener
un primera impresión más acabada y completa de la persona con la que
interactuamos.
Pero esto no es mágico, supone un trabajo personal
–y valiente- de pararnos frente al espejo y mirar en el fondo de nuestra alma
para descubrir fortalezas y debilidades, para reconvertir a estas últimas y
sumarlas a la lista de las que nos hacen fuertes.
¿Hace mucho tiempo que no te miras al espejo?
Esp. Edith Pardo San Martín
Consultora en Imagen Personal,
Profesional y Corporativa
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